El futuro de la sociedad y de las relaciones laborales lo están diseñando para que se convierta en una selva donde solo los y las más competitivas, los y las que estén dispuestas a más sacrificios o peores condiciones, los y las que renuncien a compatibilizar su vida personal y laboral, solo los que hayan nacido en una “casta” mejor situada con familia que facilite recomendaciones, contactos, cursos en universidades privadas y en el extranjero, solo y solo ellos podrá aspirar a cierta estabilidad y un trabajo cambiante pero “digno”, a ser considerados útiles para la sociedad.
La actual reforma y las que vienen desean establecer la relación directa sin intermediarios de los y las trabajadoras con sus empresarios/as o empleadores/as, su salario, su horario su cometido, etc. No se permitirá o servirá de nada las condiciones colectivas, las normas básicas para todos y todas, es decir los convenios colectivos.
Solo los supertrabajadres/as con valentía, gallardía y poder podrán decir a su jefe hoy voy a llevar a mi hijo al médico, a partir del año próximo reduzco la jornada para atender a mi madre con alzheimer, debería facilitarnos medidas de seguridad o simplemente deseo que me suba el sueldo dado este año por llevar tres años congelado.
El resto, es decir el 95 % estaremos a disposición del mercado, nos usará, nos indicará en que formarnos, pagaremos prestamos para esa formación, nos despedirán y nos dirán que debemos reciclarnos, que lo que estudiamos y para lo que pagamos el prestamos ya no tienen sentido, que nos demos prisa porque nos quitarán el seguro de desempleo si no nos formamos pronto en aquello para lo que jamás nos habíamos imaginado. Asumiremos nuestra condición de prescindibles, de inestabilidad, de cambios de horario, entenderemos que es mucho mas importante adaptarse a las necesidades de la empresa que a las de la sociedad, a la atención de nuestros hijos e hijas adolescentes, a que tengan referencias familiares adecuadas, a participar en la vida escolar, vecinal, etc. Renunciaremos a compartir domicilio con los cónyuges, dado que asumiremos cambiar de ciudad para encontrar trabajo, alejarnos de los hijos, o por el contrario que uno de los dos renuncie a profesión o trabajo.
Nuestros hijos e hijas nos harán preguntas, porque ya no se habla de manifestaciones, porque has cambiado de empleo de nuevo, porque nunca vienes a por mí al colegio. Y nosotros le diremos que estudien mucho, que se preparen, que deben ser los mejores, siempre los mejores, y saber muchos idiomas. Y cuando nos contesten que de lo otro que hay, de disfrutar, de compartir y ser solidario, de crecer como personas, de hacer las cosas de otra formar, de vivir mejor todos y todas. Nosotros les contestaremos que eso ya lo intentaron sus abuelos y no lo consiguieron porque nosotros renunciamos a ello. Que se conformen con tener comida, que mira como están en áfrica, o en Asia donde en vez de las 50 horas que trabajamos nosotros ellos trabajan 90 a la semana.
Bueno a lo mejor, no somos capaces de decirles nada.
El 29 de septiembre hay una huelga general. El Gobierno de España, la Oposición de derechas, los expertos económicos, el Gobernador del Banco de España, la CEOE y los Sindicatos coinciden en que esta reforma laboral no creará empleo, pero todos menos los trabajadores y trabajadoras, es decir los sindicatos, la estiman necesaria.
Porque pasa esto, porque Europa debe de dejar de ser un estado social y de derecho, un territorio donde además de la economía preocupan las personas, donde los sistemas de protección social consiguen repartir parte de la riqueza e impiden que se la lleven solo los de siempre.
El 29 de septiembre tenemos una oportunidad, habrá muchas más por que seguirán intentando imponer su diseño único y excluyente, y si no aprovechas esta vez la siguiente será en condiciones más extremas de indignación, de frustración y de conflicto. Siempre hay excusas para no participar, pero algunos queremos seguir mirando a los ojos a nuestros hijos y a nuestro padres y decirles con orgullo yo estuve allí y seguiremos estando.
