Firmar algo se supone que te compromete o que te posicionas ante algo. Parece que ante tanta impotencia de los ciudadanos y ciudadanas, ante las barbaridades que está provocando esta fase de la crisis del sistema neoliberal con las medidas y seguidismo indecoroso de los gobiernos europeos, incluido el nuestro, hemos decidido firmar.
Puede parecer algo inocuo, infantil si me apuras, sabemos que las iniciativas legislativas populares solo consiguen que un tema o propuesta se debata en los parlamentos por los representantes del pueblo, y eso en si mismo se considera un victoria, aunque sabemos que pasarán el rodillo las mayorías sin que cada diputado/a o senador/a se haga las más mínima reflexión sobre las razones que lleva a más de un millón de personas a poner su firma.
Pero una firma es algo importante en este mundo, por una firma te quitan la vivienda, por una firma te despiden, sin una firma no te dejan recuperar tu dinero de los bancos, podríamos poner muchos ejemplos. Entonces si firmar es un acto muy relevante, debe serlo en cada una de las veces que lo hacemos.
CC.OO. y U.G.T. han lanzado una campaña de recogida de firmas para que se vuelva a tratar la Reforma Laboral en el congreso, y así intentar cambiar la ya fracasada reforma. Los partidos de Izquierda de toda Europa han lanzado una campaña de recogida de firmas contra la política del euro, o como dicen los titulares contra el capitalismo.
Algunos y algunas pensarán que es más de lo mismo, incluso los modélicos partidos que sustentan la mayoría de los gobiernos europeos pensarán que es un medida anti sistema, contra la democracia establecida. Sin reparar en que es un posibilidad legal en la mayoría del los países europeos.
Solo tres consideraciones: es un alivio saber que los partidos de izquierdas mantienen su crítica feroz a un sistema capitalista y neo liberal que mantiene e incrementa después décadas mayores diferencias sociales en el planeta y zonas totalmente desahuciadas como parte de áfrica. Y no solo eso es que plantean nuevas alternativas.
Por otro lado, firmar vincula nuestras acciones, y aunque nos podemos saltar algunas clausulas nos debe hacer indicar cierto camino.
Por último, esta forma tan civilizada de protestar y de pretender cambiar las cosas, no solo debería ser atendida por los gobernantes y tenidas en cuenta con cambios de políticas hacía un futuro más alentador alegado de menos políticas sociales, más desregulación y peores condiciones laborales. Si no también deberían tener en cuenta que la alternativa que se impone y provocan las políticas de gobiernos que predican que no hay otra alternativa, que los mercados no nos dejan, que el sistema es así, son las acciones de protestas como las que han mostrado los controladores, que sin entrar en la cuestión, marcan el camino hacía donde nos dirigimos para tener al menos la atención de dichos dirigentes.
Ya lo adelantamos durante la última Huelga General, si fracasan las huelgas organizadas se abre el camino a las huelgas incontroladas, donde las consecuencias son tan imprevisibles como las de los supuestos efectos de la deuda bajo la extorsión de los mercados.
