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Desde un planteamiento de izquierdas, es decir, desde la negación del conformismo, el destino y la imposibilitad de avanzar hacia un mundo mas justo, mas igualitario, pacífico y sostenible.


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Fdo. Juan José Regatos Andrés

miércoles, 18 de junio de 2014

Sindicalismo en tiempos neoliberales



Después de la “introducción” al debate de Joan Coscubiela, (http://www.espacio-publico.com/los-sindicatos-en-tiempos-neoliberales) se nos abren tantas cuestiones que parece difícil aportar alguna idea clara, pero lo intentamos, sin responder a todas las preguntas.

La disyuntiva entre sindicato para los trabajadores o sindicato de trabajadores y trabajadoras,  coloca al sindicato en el primer supuesto como un agente económico de mercado mas, dependiendo su éxito de los parámetros del mercado: posición frente a la competencia, calidad del producto (mejora salarial, ascensos, productividades, etc.), capacidad económica para invertir, buscar nichos de mercado, en este caso personas potencialmente afiliables como clientes, a ser posible con ingresos económicos suficientes y lo más estables posible. Y lo justificamos como un medio necesario para que el sindicato tenga capacidad de influencia en la económica, las relaciones laborales y la sociedad en general.

Pero si  defendemos el sindicato de trabajadores, no está exento de autoprestarnos servicios de forma cooperativa lo que implicará ventajas económicas y de calidad: asesoramiento y defensa  jurídica, seguros, descuentos, etc. Pero nuestra principal razón será continuar defendiendo de forma colectiva los intereses de las personas que trabajamos por cuenta ajena, sus familias y resto de personas viven o aspiran a vivir de de salarios y/o pensiones derivados del trabajo, a pesar de la complejidad, diversidad y contradicciones que existen hoy en día. Frente al “búscate la vida, cada uno se forja su propio futuro, el sistema da igual oportunidad a todos y todas, por tanto solo depende de ti que te renueven el contrato, te asciendan o te permitan conciliar tu vida familiar”

Ante un posible fin de ciclo de la economía de mercado nacional, pasando a la globalización radical, una sustitución de las instituciones políticas de democráticas por elección y representación de la ciudanía por instituciones transnacionales y derivadas solo de una parte de los actores económicos (banca, entidades financieras, empresas de energía). En nuestro caso unido al también fin de ciclo del pacto constitucional, o la necesidad de superarlo. El sindicalismo de los grandes sindicatos UGT y CCOO, principalmente, se perciben ligados a las instituciones responsables de la crisis y la no consolidación de los derechos y niveles de igualdad social.

Algunas personas de los sindicatos de clase auguran la desaparición en 10 años, sobre todo por la ausencia de relevo generacional, de una juventud sin trabajo, destinadas a trabajar en micro empresas o de falsos autónomos, y con una percepción del sindicalismo como fracaso de un sueño de sus padres o hermanos mayores.

Pero, podemos quedarnos en la autocomplacencia de los buenos e importantes que fuimos, las mejoras que conseguimos  (lo cual es cierto, aunque no se valoren ahora), y el ya vendrán a buscarnos cuando nos necesiten. Y mientras tanto las personas trabajadoras siguen cayendo en las redes de un mundo neoliberal – salvaje convirtiéndose en  “esclavos por deudas” a través de  las hipotecas y obsesión por el consumo,  y sin conciencia de tener derecho a  vivir con dignidad.

¿Que hacer?
Esta misma mañana un compañero nos expresaba la necesidad de “dar una patada a la silla” y agitarnos lo suficiente para cambiar de forma radical alguna de nuestras formas de organización y actitudes.  Abrir las puertas, sacar los pactos y energías por el poder interno cortoplacista, las limitaciones de cristal a la participación de la afiliación, iniciar la  desburocratización del sindicato. Pero todos esto se llevan varios años diciendo  y escribiendo que de vamos  a hacerlo, ¿pero cómo?.

Sacando el sindicato a la calle, a las redes y a los barrios, pero no solo para manifestarse, sino para recuperar lo que convirtió a los sindicatos mayoritarios de clase en una referencia absoluta del desarrollo social , al menos en el caso de CCOO. Que fue entre otras cosas,  hablar, debatir y reconocernos entre nosotros. Y como en la actualidad  la mayor parte de las personas trabajadoras no están en la mina, las grandes fábricas y en unas cuantas empresas, debemos organizarnos e incorporar otras herramientas como: los grupos de desempleados, los colectivos profesionales, los centros comerciales, las calles de los polígonos de micro empresas, las redes sociales, los centros educativos, la universidad,  etc.

También debemos incorporar mecanismos de decisión y elección de responsable mucho más directos y participativos,  abandonando el centralismo democrático y el miedo a no tenerlo todo controlado.

Aun así, debemos asumir que no es momento para que uno o dos partidos políticos decidan todo durante 40 años, que una o dos organizaciones sindicales obtengan el 80 % de la representación y capacidad contractual, que nos solo el sindicalismo de clase socio político tienen que liderar las movilizaciones y actuaciones de la ciudadanía. Es necesario tomarnos una copa de  humildad, aumentar la capacidad de cooperación y  aprender a negociar multilateralmente.

Propuesta - Negociación – Movilización.

Propuestas: con cierto nivel de pragmatismo pero perfectamente comprensibles por cualquier persona. Huir de la hiper-tecnificación y lo intencionadamente complejo.

Negociación: si alguien no entiende que pactar es mejor que imponer por la fuerza, es que niega el reconocimiento de otro, eso es totalitarismo. Nuestra capacidad de negociación es directamente proporcional a la fortaleza que nos da el volumen de afiliación, nuestra capacidad de movilización y la seriedad de nuestra propuesta.

Movilización: Si, casi siempre, pero debemos dejar de convocar y esperar que participe la gente, para pasar al proponer – debatir y argumentar – decidir/votar con la gente y convocar o no convocar. Esto incluye las convocatorias de Huelga General.

Dos ideas más:

Reproducir  y difundir el análisis de la realidad y las propuestas basadas en nuestro  modelo ideológico, actualizando el lenguaje y los canales de comunicación, pero evitando la banalización, el determinismo técnico  y la impotencia de cambiar la realidad cuasi religiosa que algunos tienen.  

Demandar de forma persistente, enérgica y urgente la necesidad de la reforma empresarial en el Estado Español, de sus prácticas, códigos éticos, incoherencia con la sociedad actual y moderna, incapacidad para aprender, gran dependencia de la administración (contradictorio con el discurso liberal), etc. En definitiva la crisis empresarial y de las organizaciones empresariales.