El caso de las Tarjetas opacas de
Caja Madrid nos ha dejado muy tocados en CCOO. A pesar de las ganas de dejar
rienda suelta a mi indignación y cabreo tomando decisiones drásticas, he
conseguido dejar pasar unos días, varias reuniones, asambleas y unas cuantas resoluciones para
colocar mi cabeza.
Qué fácil es aconsejar y exigir a
los demás que dimitan, tomen medidas y echen a los malos. Pero cuando te toca a
ti, ahora que.
Las medidas inmediatas adoptadas por la dirección nacional de CCOO y
la de Madrid, con la investigación interna, suspensión cautelar de militancia y
apertura de expediente disciplinario, son imprescindibles, pero insuficientes e
irrelevantes para recuperar nuestro prestigio y consideración del conjunto de
la sociedad y en especial de la clase trabajadora. Entre otras cosas
necesitamos la dimisión de algunas personas de las direcciones por nuestra
incapacidad para haber evitado este comportamiento.
Algo hemos hecho mal para no
saber explicar que conseguimos para la sociedad con nuestra presencia en los
consejos de administración y en cambio sí parece que el comportamiento de los
nuestros no fue muy ético.
En el último congreso ya se
decidió adoptar medidas de trasparencia y autosuficiencia financiera. Qué
bonito hubiera sido que sin ningún proceso judicial abierto ni noticia en los
medios hubiéramos salido desde CCOO denunciando nuestros errores y abusos,
expedientando a los que participaron en ello y poniéndolo a disposición de la
justicia, gracias a nuestras propias auditorias internas. Pero vamos tarde.
He hablado con compañeras y
compañeros que tenían una gran amistad
con alguna de las personas “tarjeteras” su sorpresa, incredulidad,
condena y decepción. Los ánimos del resto de responsables de la organización,
delegadas y delegados, afiliación, etc. son similares.
Pero yo me estoy reponiendo. Observo
a mi compañera Marga que ha adoptado como a un hijo una ulcera de estómago por el sindicato,
regañando a todo el mundo y repartiendo trabajo por donde pasa para defender
los derechos de todos. A Julián autodefinido como liberal - socialdemócrata, que no creía en el sindicato
y tras afiliarse con el nº 100 de su sección lleva más de 14 años de delegado asesorando
y defendiendo a todo el mundo. A compañeros de Leganés, Alcorcón o Coslada que
se han dedicado a los más desprotegidos personas sin contrato, en desempleo,
obligados a trabajar gratis para la administración, y han conseguido ganar el
primer juicio. A Pruden que se está dejando literalmente la vida por CCOO, que
desde la más terrible enfermedad sigue luchando por el sindicato, con más ganas
que fuerzas.
Ya sé que algunos dirán que el sentimentalismo
no arregla esto, pero tampoco la frustración, el reavivar guerras internas o el
inmovilismo. Hace varios años que
algunos hemos decidido no esperar a que alguien cambie el sindicato para
cambiar nosotros, sino que cada uno en su ámbito y su responsabilidad ponga en
marcha lo que le exigimos a los demás.
Dejemos de tapar vergüenzas si
tenemos más, asumamos nuestras limitaciones, no vivamos solo de nuestro
glorioso pasado de lucha por las libertades. No podemos pretender transformar
la sociedad, si no somos capaces de mejorar nuestra organización.
Me estoy reponiendo, sé que no
somos los únicos que luchamos por los derechos y la igualdad, hay muchas más
organizaciones, sindicatos y personas, pero CCOO sigue siendo imprescindible.