Varios veranos debatiendo sobre la necesidad de dar un paso e implicarse en política de forma directa. El partido debía ser la coalición de Izquierda Unida, éramos votantes y simpatizantes.
Nuestro propósito era y es empujar para traducir el descontento, la indignación y en un nuevo momento histórico para la clase trabajadora. Pues bien, hacer apenas tres años nos afiliamos a IU.
En este tiempo mi participación se ha limitado a asistir a alguna reunión del foro sindical, una asamblea en Leganés, mi municipio, actos y mítines varios en la campaña. Igual que cuando solo era votante.
Sabía de las discrepancias internas, diferentes grupos afines y de la situación delicada del hasta hace poco Coordinador de IU Madrid Eddy Sánchez, cuyo discurso y propuestas eran de mi agrado.
En estos años el 15 M, las Mareas y posteriormente la fundación y resultados europeos de Podemos, no me hacían dudar de la importancia de reforzar y apoyar IU. Representaba la capacidad de estar en la calle y a la vez tener experiencias de gobierno municipal. Y sobre todo de tener un discurso ideológico no dogmático pero si atrevido, con pluralidad.
Tras los resultados europeos agridulces para IU y las primarias en Madrid, explotó el fratricidio. Lo viví hace unos años en mi federación de CCOO, son situaciones más parecidas a un divorcio conflictivo e incluso con violencia, con gran contenido machista y con la confianza que da la familia, para querer y para odiar.
He visto violencia verbal, desprecio personal y descalificación, a kilómetros de distancia de las relaciones de cordialidad que tienen muchas de compañeras y compañeros de IU con personas del PP, PSOE o UPyD.
Ya estamos en la fase en que no nos importa discutir delante de los niños, descalificar al otro progenitor o simplemente hacerle la vida imposible, a pesar de saber que en ese viaje destrozamos nuestra propia vida.
Las diferencias de modelo de organización, de posición sobre alianzas con otros grupos políticos o las diferencias ideológicas y de expectativas de cambio, no constituyen el verdadero centro del conflicto. Pero ni siquiera la típica guerra de poder, o los rumores de tapar vergüenzas o posibles corruptelas, explican del todo este conflicto.
Es algo más complejo, que mezclan lo emocional y una cultura de toma de decisiones y debate de ideas que gravemente ha ido enfermando a la organización y a las personas que están en ella. Ante los primeros síntomas, se aplicaron remedios caseros de huida hacia delante, que afianzaban la falsa convicción de que fumar no mata, te mueres cuando lo dejas.
¿Entonces, ahora qué?, pues he engañado en el titulo, no tengo la solución, ni siquiera tengo información para hacer un diagnóstico más completo. Aprendí de mis breves experiencias de cooperación al desarrollo en Nicaragua que siempre hay posibilidades de sobrevivir en la selva.
La primera opción está descartada, salir corriendo al sillón de tu casa, dejar los whatssap, correos, etc. y dejar de pagar la cuota para convertirte en un crítico espectador. Además, esto prácticamente ya lo ha hecho el ex-coordinador.
La segunda cambiarte de tren, y subirte al más moderno, con asientos en círculo y con una aceleración impactante. Es tentador, pero para que, es donde menos necesitan a nostálgicos de la izquierda y personas con ideas nuevas y energía, tienen una legión.
La tercera es posicionarse con uno de los al menos tres grupos internos y desde ahí intentar poner cordura, ideas y tender puentes con el resto. Ya lo hemos hecho y no parece funcionar. Ahora personas a las que tú considerabas referencia y valorabas su trabajo, te dejan de hablar o te envían mensajes en las redes con indirectas. Estamos encerrados en el conmigo o contra mí.
Y por último, la cuarta posibilidad, distanciarte sin abandonar, aportar de forma humilde lo que uno pueda, en trabajo o conocimientos, y esperar. Mencionar la grata experiencia participando en el grupo de trabajo del área de bienestar social de IU para la elaboración del programa de las elecciones autonómicas próximas, coordinado por el compañero Miguel López, en gran ambiente de cordialidad y donde nadie te preguntaba con qué equipo ibas.
No tengo el currículum por edad, de haber estado en la cárcel con Franco, en IU soy un novato, lo que seguro que me descalifica para hablar con autoridad y conocimiento. Pero mi osadía me permite hacer unas últimas reflexiones.
O dan un paso atrás las personas más viscerales y radicalizadas de cada parte, o no hay solución y las consecuencias serán muy negativas en el conjunto de IU. La intervención de la Dirección, solo será viable si hay una mayoría en el Consejo Político que avale esta decisión.
La corriente “Recuperar Madrid” ahora “Cambia Madrid” debe delimitar como imagina el funcionamiento y existencia de IU tras unas elecciones a la que concurriríamos en convergencia y con unas siglas comunes (Ganemos), si la apuesta es por gobiernos de convergencia con la coexistencia de IU como partido con identidad, habrá posibilidades de calmar las aguas. Pero si es la disolución en una nueva fuerza política derivada de esta convergencia, no hay suficiente consenso en la organización para ello.
La gente de la actual dirección sin coordinador/a en Madrid, debe primero bajar el nivel de escenificación pública del conflicto, segundo aclarar qué modelo plantean para IU ante una posibilidad real de pasar a ser quinta o sexta fuerza política, que planteamiento de alianzas y con quien. Y sobre todo debe cambiar los códigos de comprender la política, si entendemos que esto es como siempre un problema de familias, de poder, de reparto de cargos como antes, creo que se equivocan.
Un compañero de la tercera candidatura de las primarias, comentaba que no ve el idealismo revolucionario de momento histórico que describe la gente de Tania, si no que en Madrid el PP lleva más de 20 años gobernando, y con la misma constitución, leyes y sistema económico, podemos hacer unas políticas diferentes, y ya está, pero para eso debemos tener un resultado importante.
Esa es la clave, como tener un resultado importante, presentándose como una organización clásica, con mucho trabajo, pero muy institucional, subiendo solo cuando el PSOE se desgasta, pero sin posibilidades de ser alternativa.
Dejemos de auto – devorarnos, al menos si nos comen que sea luchando contra los contrarios, la derecha, la corrupción y la socialdemocracia entregada al neoliberalismo.
