BIENVENIDOS Y BIENVENIDAS A POLÍTICAMENTE INCORRECTO

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Desde un planteamiento de izquierdas, es decir, desde la negación del conformismo, el destino y la imposibilitad de avanzar hacia un mundo mas justo, mas igualitario, pacífico y sostenible.


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Fdo. Juan José Regatos Andrés

sábado, 29 de mayo de 2010

Colectivizar nuestros gastos

Hace tiempo que llevo dándole vueltas a una idea, como practicar en la sociedad que vivimos un comportamiento comunista o socialista respecto a nuestras economía personal o familiares. En un mundo ultra capitalista e individualista, tenemos muchas excusas para justificar porque no adoptamos algunas de las cosas que predicamos o exigimos al conjunto de la sociedad.

Tenemos un doble discurso basado en una aspiración de libertad individual que defendemos y se ha ido consiguiendo con muchos años de lucha y esfuerzo generación tras generación, sobre todo en el caso de las mujeres. Y que es compartida con personas del llamado pensamiento liberal económico, que lo llevan hasta las últimas consecuencias de la vida y modelo social. Pero nosotros y nosotras las personas de izquierdas hemos adoptado esos argumentos individualistas al mismo tiempo que rechazamos quien no defiende públicamente los intereses colectivos frente a los particulares.

El problema es que ambos intereses, colectivo e individual, suponen limitaciones unos del otro según inclinemos la balanza. Los conservadores o personas de derechas lo tienen solucionado con su fábula o creencia cuasi religiosa de que ese motor de egoísmo lícito individual crea riqueza de tal forma que permite oportunidad de progreso económico y profesional a cualquier persona independientemente de su condición social inicial.

Desde la izquierda sabemos que esto no es así, pero no asumimos, que esta confrontación de intereses conlleva limitaciones y esfuerzos individuales, y no me refiero a las situaciones históricas de la controvertida experiencia de la Unión Soviética, o la aplicación comunista China, o la todavía actual situación de Cuba. Me refiero a los esfuerzos y limitaciones de estilo de vida y actuación cotidiana, en ningún caso de libertad de expresión, de prensa, de ideología, religión, opción sexual, etc.

Centrando el tema, estamos tan impregnados por esta sociedad consumista e individual que incluimos en nuestro derecho a la intimidad y a la libertad esconder nuestros ingresos y gastos a la sociedad, cuando también al fisco, y sobre todo a nuestro entorno familiar, de amistades o profesional. Hemos renunciado a cualquier actitud solidaria fuera de lo políticamente correcto y establecido, como ser socios de ONGs progresistas y dar donaciones ante catástrofes.

Esto impide, en mi opinión, poner en marcha mecanismos de solidaridad en forma de redes sociales, que afronten de forma conjunta la mejora de la calidad de vida frente al sistema económico excluyente y inaguantablemente competitivo.

La cuestión está en cómo defender y practicar un estilo de vida libre y autónomo, al mismo tiempo que practicamos acciones colectivas de solidaridad entre iguales, es decir entre el conjunto, al menos más próximo, de la clase trabajadora. Esto conlleva incomodidades que no parece que estemos dispuestos a soportar, y digo incomodidades, porque en algunos casos no llegaría ni a ser esfuerzos, pero ni aún así arrancamos.

Es injusto no reconocer que existen algunos ejemplos, como las cooperativas de consumo de frutas y verduras, que apoyan una economía social y un uso de los recursos naturales responsables. También he conocido de forma excepcional personas que han repartido su sueldo entre los compañeros, al margen de las condiciones contractuales y normativas, es decir, simplemente repartiendo dicho sueldo para compensar situaciones laborales injustas y desfavorables de compañeros/as de trabajo.

También quiero recordar que en los inicios y fundación de la Asociación Dinamo Alternativa Social (entidad social para la atención a colectivos desfavorecidos, la cooperación internacional y la denuncia de las injusticias sociales) establecimos una cuota del 3% sobre los ingresos de cada uno, compromiso que cumplimos en una etapa de unos tres años de funcionamiento inicial.

Sobre todo ello quiero proponer. Como podemos afrontar de forma colectiva y autogestionada una situación de precariedad económica en aspectos básicos como la vivienda, la alimentación, el transporte, etc. A nivel internacional y Europeo se han creado varios mecanismos que deberíamos estudiar como extrapolarlos a colectivos sociales cercanos. Estos han sido los fondos europeos o fondos estructurales, donde cada país aportaba según su economía en cada momentos y después de establecía un reparto para conseguir esa llamada convergencia o reequilibrio, que acercara las economías de los más pobres a los más ricos.

Porque no establecer entre grupos de amigos unos fondos de apoyo, con aportaciones de cada uno según sus ingresos, y con posibilidad de gastarlos en determinados conceptos acordados que permitan que las necesidades básicas a todos los cueste el mismo porcentaje de su sueldo.

Esto no es nuevo, hecho de otra forma, dentro de las unidades familiares extensas, entre padres e hijos, casi siempre en momentos ya de máxima necesidad, o en algunos casos para afrontar los gastos más importantes, vivienda y vehículo. Pero mi propuesta conlleva, a mi entender, un compromiso diferente.

Para dotar este fondo de solidaridad entre amigos, colectivos y grupo de personas, cada uno debe ser trasparentes en sus ingresos y en parte de sus gastos. Ello provocaría problemas, que los más conservadores se encargarán de vaticinar, crea conflictos, desconfianzas, juicios de valor sobre cómo vive uno en que se gasta las el dinero, etc., es decir que estaría abocado al fracaso y el conflicto.

Sin desdeñar esa posibilidad de fracaso, el objetivo no es el destino sino el viaje. Para limitar las dificultades podemos empezar con experiencias limitadas a ciertas situaciones o gastos.

Como práctica actual y dentro de mi entorno de amistades intimas la experiencia la propongo para algo lúdico, pero muy necesario y una conquista de la clase trabajadora, las vacaciones, donde 4 o 5 familias compartiremos casa y comida, desde un rango de ingresos diferente y desequilibrado.

Además de los ingresos existen otros parámetros a tener en cuenta, como las personas que no trabajan de forma voluntaria en cada familia y el nº de miembros. También propongo tener en cuenta el gasto de hipoteca de cada familia, y con ello establecer un porcentaje de aportación al fondo con un destino claro, el pago del Alquiler de la vivienda de vacaciones. Parece una “chorrada” pero solo ponerlo en marcha creará dificultades, reflexiones, sueños e ilusión.

La idea no es limitarla a las vacaciones, sino más bien pienso en que nos hagamos responsables colectivamente de entre otras cosas: la vivienda, el confort (calefacción), la vida social de barrio, los estudios de los hijos/as, etc. y las vacaciones porque no.

Los detalles los realizare en documento o escrito aparte, lo que he intentado iniciar es por un lado un debate sobre nuestras propias posibilidades de afrontar no solo esta crisis económica actual sino una actitud vital mantenida en el tiempo y pensada para vivir mejor, en colectividad, no solo para repartir la precariedad, que como dice mi amigo Julián “la miseria se reparte sola”. Esto requiere esfuerzos, pero estoy seguro que estarían compensados con la gratificación de la coherencia, la mejora colectiva y de la utopía.

En un próximo escrito debemos explorar el aumento de los ingresos colectivos en equilibrio con el tiempo de trabajo, con nuevas propuestas.

1 comentario:

  1. Caminar hacia la utopia, ese es el reto, Juanjo. Decia no se quien que el viaje mas largo se empieza con un pequeño paso. Eso es lo que propones herencia de lso moviemientos comunales previos a la revolución francesa y mas cercanos del Hipismo de los felices 60. pero tal y como propones ¿Es posible?. tu y yo compartimos en este momento una experiencia en la que hemos embarcado a nuestros hijos. No es una experiencia menor porque les sumerge en la filosofía de lo colectivo, de la cooperación frente a la competición y todo ello con capacidad de sobrevivir dentro del sistema estableido sin el coste que supone la destrucción inminente del mismo. Filosofia, ese será el epiteto despectivos que algunos pndrán para evitar la reflexión sobre lo que propones. y talvez tengan razon pero y ¿a donde vamos sin filosofia? Esuchando a Jose Luis Sanpedro y su alegato a favor de la filosofia como herramienta para la superación de la crisis soy mas optimista y confio mas en que iniciativas omo las que planteas no solo nos hacen crecer individualmente ino que ademas aleccionan sobre como recuperar el protagonismo de las dinámicas de cambio social a partir de los pequeños gestos cotidianos. Muy bien la idea de las vacaciones y ¿porqué no la compra diaria, la que hacemos cada familia al menos una vez a la semana?. Te sigo con atención. espero ansioso ese documento del que hablas

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