CONFINAMIENTO 7

 

Tres planes simultáneos. Encontrarnos, actuar y aprender.

Tengo muchos planes para cuando finalice el confinamiento. Con la intensidad emocional de estos días, donde hemos recuperado contacto con muchos amigos y amigas que llevábamos años sin vernos ni hablar, habiendo sufrido por personas queridas que han enfermado, algunos amigos perdiendo a sus padres o madres.  Y, con familiares y amigos que nos  veíamos a menudo con muchas ganas de  tocarles y abrazarnos.

Algunos planes son los de siempre, “a ver si nos vemos” y “encontramos un hueco”. Pero tristemente durante años no hemos sido capaces de abandonar esas cosas tan importantes que nos ocupaban todos los días, que por cierto, casi ninguna de esas cosas no han ayudado mucho en esta crisis, pero nos impedían pararnos a llamar a un amigo y decirle ¿Cómo estás, te quiero y me acuerdo mucho de ti?

Si, es posible que con algunos de esos amigos de la juventud no tengas ya mucho en común, ni tus ideas, ni tu ambiente. Y claro si te ves y no tienes mucha conversación la cosa es como absurda. Pero  hay personas que aunque pasen años sin verte son las que siempre están ahí, las que te conocen y saben cómo estás, las que deseas que estén bien y te preocupas cuando sufren, porque no se trata tanto de ideas sino de emociones.

Otro plan. Tenemos mucha tarea y responsabilidad. Cada artículo que leo confirma lo que ya sabíamos pero yo no quería reconocerlo, nuestro estilo de vida de  consumismo depredador de destrucción masiva, no es sostenible. Parece que los efectos vienen en forma de catástrofes naturales, nuevas enfermedades y pandemias, injusticia y desigualdad.

Podemos identificar tres niveles de actuación.

-          Individual. Cambiar más allá  del “irrisorio” gesto de no usar bolsas de plásticos.

-          Colectivo. Ya había iniciativas  interesantes de cooperativas de consumo y de mercado.

-          Política Institucional,  económica y de  empleo, cambio de rumbo.

Nos venimos arriba, pero nos  queda muy  grande este plan. Es necesario un periodo previo de reflexión, que nos mantenga sanos entre la autocritica y el reconocimiento de nuestros excesos individuales sin caer en la flagelación, pero con la motivación para cambiar. Hay gente y organizaciones con cabeza y ética privilegiada que tiene la  capacidad para concretar acciones y movilizarnos, que  permitirá iniciar un cambio masivo. Yo me apuntaré aunque sea a llevar el botijo.

Y un tercer plan. Aprender, no dar nada por sabido. Aprender a pensar como los científicos y filósofos, que casi nunca dan certezas absolutas. Eso no quiere decir pensar un día una cosa y mañana la contraria, sino tener método y humildad.

¿Para qué aprender?, para vivir mejor, no para poseer y consumir más cosas y experiencias enlatadas, sino para sentir cultura y emociones, para sentir vida, para encontrar formas de empleo digno y sostenible,  para aportar a la comunidad y para querer.