Un gran grupo de amigos y amigas llevamos muchos años disfrutando de las vacaciones en grupo, entre 18 y 28 personas. Nos conocemos desde los 16-17 años incluso menos, y desde que empezamos a tener hijos hace 18 años, hemos conseguido coincidir casi todos y todas en una quincena o semana.
Alquilamos una casa grande, o más o menos grande, y con colchones, alguna caravana y juntando camas nos apañamos. Nuestros hijos e hijas ya no nos perdonan otras vacaciones.
Pero en estos años, nuestro grupo de familias ha cambiado bastante, nos solo porque algunos teníamos melena y pesábamos 20 kilos menos, sino porque hay parejas que se han separado y algunas han establecido nuevas relaciones.
Cada caso ha sido diferente con sus dificultades, crisis y momentos complicados, emocionalmente y también económicamente. Algunas ex parejas conviven sin problemas parte de estas vacaciones en grupo otras prefieren no hacerlo. Unas personas incorporan a sus nuevas relaciones a las vacaciones (que acogemos con cariño y cercanía, como no debe ser de otra manera), pero otras prefieren separar espacios y su nueva relación no les acompaña en este grupo. Otras por el momento no tienen intención de tener una nueva relación.
Hasta ahora nada que no pase en todos y cada uno de los grupos de amigos, familias y parejas actuales. Nuestros hijos han vivido en lo general con mucha naturalidad las separaciones y nuevas relaciones de sus padres, también la permanencia de los que llevamos más de 25 años juntos y continuamos disfrutando de nuestra relación. En lo particular cada caso y cada niño y niña han llevado los cambios familiares según las circunstancias, la forma de resolver los conflictos de sus padres, las edades y el carácter o personalidad.
Simplemente quiero poner en evidencia que conquistados los derechos, al menos legalmente, de divorciarse, elegir estilo de vida, compartir la educación y relación con los hijos e hijas, constituir hogares en igualdad y libertad. Es incomprensible que asistamos aún a casos de parricidios, asesinatos machistas y demás atrocidades que sin ser mayoritarios son excesivos y trágicos.
Nuestro grupo de amigos y amigas no hemos hecho todo bien, no han sido valsas de aceite, no educamos sin errores, no convivimos sin retazos machistas, pero buscamos y encontramos motivos de vida, de proyectos nuevos o relaciones nuevas. Nuestra sociedad a pesar de la desigualdad, el machismo, la precariedad laboral y la privación del derecho a la vivienda económica nos permite una libertad y posibilidades inmensas y alejadas del horror y la violencia.
Sé que es muy simplista plantear esto así, y que hay muchos condicionantes psicológicos y sociológicos que influyen en la “pandemia” de la violencia machista, pero creo que debemos sacar a la luz las buenas prácticas los ejemplos y/o casos positivos, las convivencia de miles de familias y parejas que han resuelto positivamente su separación, con o sin mucha dificultad, seguro que con muchas dudas y con dolor emocional, pero han iniciado un nuevo rumbo de sus vidas sin violencia y sin atrocidades. Y debemos mostrar estas experiencias en medios de comunicación, redes, escuelas y lugares de trabajo, sobre todo a los hombres y a los chicos jóvenes, empeñados en no abandonar la caverna, la concepción de propiedad de sus relaciones y los mitos masculinos y machistas que te destruyen y destruyen a los que en teoría quieres y no es así. Hay alternativa a la violencia y el horror, piénsalo y siéntelo antes de arruinar la vida de nadie, de tus hijos, de una mujer libre y la tuya propia que es la única que te pertenece.